sábado, 11 de octubre de 2014

Viejunos

         
    Hacía muchos años, posiblemente desde mi adolescencia, que no me habían negado la entrada en un local. Entonces era demasiado joven para entrar a ver determinada película o una obra de teatro, dependía de la buena voluntad y manga ancha del portero de turno, que ejercía de voluntario censor cuando consideraba que aquello que se exponía era demasiado fuerte para nuestra formación moral.
     Nunca había imaginado que en la antaño cosmopolita y vanguardista Barcelona, hoy convertida en una ciudad provinciana que solo se mira a sí misma y desprecia como extraño todo lo demás, nos iban a “recomendar” que aquel local no era adecuado para nuestra edad, que era un espacio para jóvenes en el que no teníamos cabida.
            Habíamos salido del Teatro, de ver el magnífico trabajo de Asier Etxeandía en “El Intérprete” y lo único que deseábamos era tomar una cerveza antes de retirarnos al hotel. Era la hora de la cena y los locales estaban todo lo llenos como es habitual un sábado; de pronto dimos con un tugurio que yo recordaba de alguna guía y decidimos entrar. Allí nos trataron de viejos, de inadecuados para mezclarnos con jóvenes: “Este local es para gente joven”.
            No reaccionamos como sería habitual, montando un pollo por discriminación, sino que incluso intentamos razonar con los dos porteros lo “irracional de aquella discriminación generacional”, pero solo sirvió para que finalmente nos dijeran que entráramos si nos daba la gana y pagábamos la entrada, aunque nos recomendaron un club cercano donde podíamos encontrar servicio de pago. No sólo éramos viejos sino que nuestra relación solo era posible previo pago.
            Tomamos la última cerveza sin alcohol en el bar del hotel, compartiendo espacio con ingleses y japoneses, intentando encontrar sentido a la anécdota en medio de nuestra estupefacción. Decidí tomar el suceso como una metáfora más de lo ocurrido en la provinciana Barcelona: No eres de los nuestros y solo nos interesa tu dinero. No tienes nada más que aportar.

            Así son las cosas y así les vemos. Lástima.

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