Positively 4th street | Seguro que es la cuarta calle |
You got a lotta nerve To say you are my friend When I was down You just stood there grinning You got a lotta nerve To say you got a helping hand to lend You just want to be on The side that’s winning You say I let you down You know it’s not like that If you’re so hurt Why then don’t you show it? You say you lost your faith But that’s not where it’s at You had no faith to lose And you know it I know the reason That you talk behind my back I used to be among the crowd You’re in with Do you take me for such a fool To think I’d make contact With the one who tries to hide What he don’t know to begin with You see me on the street You always act surprised You say, “How are you?” “Good luck” But you don’t mean it When you know as well as me You’d rather see me paralyzed Why don’t you just come out once And scream it No, I do not feel that good When I see the heartbreaks you embrace If I was a master thief Perhaps I’d rob them And now I know you’re dissatisfied With your position and your place Don’t you understand It’s not my problem I wish that for just one time You could stand inside my shoes And just for that one moment I could be you Yes, I wish that for just one time You could stand inside my shoes You’d know what a drag it is To see you. | Tienes que tener mucha cara Para decir que eres mi amigo Cuando yo estaba deprimido Tú te quedabas ahí sonriendo. Tienes que tener mucha cara Para decir que estás dispuesto a echar una mano Tú lo que quieres es estar Con los que van ganado. Dices que te fallé Sabes que no es verdad Si estás tan dolido Entonces ¿por qué no se te nota? Dices que has perdido la fe Pero no es ese el problema Tú no tenías ninguna fe que perder Y lo sabes. Yo sé por qué Chismorreas a mis espaldas. Yo solía estar en el grupo En el que estás tú ahora. ¿Me crees acaso tan tonto Como para creer que intentaría ponerme en contacto Con el que intenta esconderse Cuando no sabe cómo empezar? Cuando me ves en la calle Siempre pones cara de sorpresa. Dices: ¿Cómo estás? ¡Que te vaya bien! Pero no lo sientes. Sabiendo como sabes tan bien como yo Que preferirías verme paralizado ¿Por qué no sales de una vez Y lo gritas? No, yo no me alegro De ver las angustias que te estás buscando. Si yo fuera un maestro del robo Pudiera ser que te las robara. Ya sé que ahora está disgustado Con tu estatus y tu puesto ¿Es que no comprendes Que no es mi problema? Me gustaría que aunque sólo fuera por una vez Pudieras estar en mi pellejo Y sólo por esa vez Poder ser tú. Sí, me gustaría que aunque sólo fuera por una vez Pudieras estar en mi pellejo. Así te darías cuenta de qué paliza Es verte. |
martes, 24 de mayo de 2011
Dylan
Bob Dylan cumple hoy 70 años. Como homenaje aquí va una de sus canciones del año 1965, para reflexionar un poco:
miércoles, 18 de mayo de 2011
Discrepancia
Hubo un tiempo, al comienzo de esta democracia, en que era necesario posicionarse. Había que afiliarse a una organización sindical, o política más o menos afín a tus ideologías. Después los partidos y sindicatos siguieron su trayectoria y se fueron definiendo-indefiniendo cada vez más, a la par que exigían una disciplina incontestable, una adhesión inquebrantable, al estilo de los viejos tiempos. "Hay que remar en la misma dirección", esa era la consigna, y a quien opinaba que el rumbo, tal vez, no era el correcto, se le apartaba, cuando no se le echaba directamente por la borda.
"Hay que sumar y no restar". Otra frase al uso escuchada en sectores afines. Una forma de decir no me toques las narices, que aquí se hace lo que yo digo, y no te quejes mucho, que el más perjudicado serás tú.
¿Qué entiende usted por lealtad? me preguntaron en una entrevista personal para un puesto de trabajo. No se estaba valorando mi adecuación al puesto. Se exigía desde el principio el silencio.
Omitiré más detalles, porque la cuestión no es pasar factura. Defiendo mi derecho a discrepar, porque siempre me ha parecido enriquecedor. Tendemos a sentirnos atacados cuando alguien no está de acuerdo con nosotros, como si las opiniones ajenas nos minusvaloraran a los ojos de los demás, o nos agredieran por haber sido incapaces de pensar esa posiblidad que se nos propone. Tememos que los otros piensen que hay alguien más capacitado, o que simplemente sus propuestas son más adecuadas y que, en consecuencia, nos quite el puesto.
En cierta ocasión, hablando de determinado círculo de influencia cuyos componentes se repetían en sucesivas jefaturas, alguien dijo que serían los más cualificados ya que siempre eran los elegidos. Respondí que no, simplemente gozaban de un buen respaldo social y jamás llevaban la contraria. Supongamos que tenemos un jefe aficionado al consumo del tabaco. ¿Quién estará mejor considerado, quien le reprocha las molestias e inconveniencias que causa con su hábito, o el que se traga el humo sin rechistar e incluso carga contra el que se queja como alguien intolerante?. Los jefes no quieren problemas, no quieren objeciones, quieren sentirse omnipotentes, respetados y con capacidad de hacer lo que les venga en gana, y cuando alguien adopta una actitud que les hace sentir peligrar su "estatus", lo consideran indigno de estar sentado a su diestra. Malos jefes, en mi opinión, aunque consigan sus objetivos.
La libertad, la independencia, el desacuerdo son sanos, siempre dentro del respeto a los demás. "Es mejor debatir una cuestión sin resolverla, que resolver una cuestión sin debatirla. (Joubert)".
El juez Baltasar Garzón hace esta consideración: "Por desgracia la capacidad de indignación, motor de la capacidad para reaccionar, está vacía. El nivel de adormecimiento es muy peligroso porque conduce al desinterés más absoluto por lo público y por lo solidario. Nada es mío y, por tanto, nada tengo que hacer por mejorarlo". Cuando la leí me pregunté en qué me identificaba con ella y pensé en la situación social en que nos encontramos, un auténtico polvorín que puede explotar en cualquier momento, y me cuestioné la capacidad de reflexión de nuestros dirigentes, no sólo los políticos, a la hora de valorar su parte de responsabilidad en ese desapego. ¿Cuántas personas no consideran suyo más que lo que se llevan en la cartera, y cuántos mienten enarbolando una bandera cuyo mástil acaba en su bolsillo?.
Discrepo. Discrepo y discreparé.
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